domingo, 3 de octubre de 2010

Coatepeque... Erase una vez un Lago.




Como niños
con el deseo de ser ala,
nos posábamos ante ti
a contemplarte.
No sabíamos si fuiste
una lagrima de Dios olvidada,
o un húmedo deseo
del "faro del pacifico".
No tenías los latidos del mar,
ni la presión arterial que tiene un río,
solo eras la quietud de un cofre,
que guardaba anhelos celestinos.
El lago hechizaba nuestra infancia,
y como dos profetas
jugando a ser Cristo
caminamos la delicada faz azul
de su dulzura.
Jamás nos visito el ocaso,
solo fue el sol, tan firme
y equitativamente esférico.
El cielo se adornaba
de blancas espumitas,
que luego convertíamos
en mapas de reinos lejanos
o en las caras alegres del verano.
La primavera despertó nuestra piel
y en el mismo centro
de nuestro lecho marino,
mordimos la manzana, las uvas y los higos.
Fue extenso el amor bajo tus aguas
y en tus parajes tibios,
me refugie del frío.
En el invierno se levanto la conciencia,
llovieron consignas, lucha, represión.
Nuestro paisaje se lleno de terror, de odio
y el “país de la sonrisa” se convirtió
en una mueca mezquina de la muerte.
Las hojas de este otoño se convierten
en pequeñas bocas,
que fusilan mi desconocimiento
de la verdadera felicidad,
en esta tierra del to be or not to be,
y en el preciso instante
en el que recreo tus besos,
dos gotas de nieve exactamente frías,
caen sobre mi espalda desnuda.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un magnifico parrafo destinado a nuestras tierras natales relacionado a nuestros pasado.En donde nos aumenta los anhelos de revivir momentos de una infancia adornada de ingenua nostalgia.Esta muy extensa las frases.

nrp888 dijo...

Memorias que vuelan como las picuchas en los vientos de Octubre. Un abrazo anonim@ y gracias por pasar!!!